¿Me influencia al estar con otros cuerpos?: Consciencia Corporal (II parte)
Ante esta pregunta podemos responder: SI, sin lugar a duda. Por ejemplo: Si yo poseo un cuerpo diminuto, es factible que me sienta intimidado por el tamaño de un cuerpo voluminoso, musculoso y de dos metros de altura. Si una persona es extremadamente delgada y muy pequeña, podrá verse más pequeña y/o sentirse tal al lado de una alta y de medidas muy prominentes.
Estas discriminaciones están basadas solamente en el volumen, es decir, en el lugar que ocupa un cuerpo en el espacio.
La complejidad se incrementa cuando hablamos de presencia articulada.
Si a estos cuerpos (como en los dos ejemplos anteriores) le sumamos gestualidad y postura. Entonces, las sensaciones de intimidación pueden relativizarse
Los grandes volúmenes, lejos de provocar sensaciones de minusvalía en el otro, por la gestualidad y la actitud corporal pueden equilibrarse e inclusive hasta parecer más pequeños que el interlocutor diminuto.
De lo contrario, Napoleon, Al Capone, Benito Mussolini… no hubiesen logrado a tener el dominio que alcanzaron. Ni Mahatma Gandhi, Amadeus Mozart, Toulouse Lautrec, entre otros, no hubiesen descollado cada uno en sus campos de acción.
El volumen corporal, la gestualidad y las posturas delimitan los movimientos.
Estos se definen por el contexto, aunque la complejidad es aún mayor: el contexto posee reglas que codifican hasta dónde las personas pueden accionar. Además, los objetos marcan las fronteras del movimiento.
ntonces, según el contexto y los objetos sabemos si debemos movernos hasta una determinada distancia con una cierta velocidad en pos de alcanzar algún objeto o si debemos movernos esquivando con gracia y equilibrio los objetos que nos rodean.
De hecho, cuando un niño salta a la adolescencia y pega el estirón, se vuelve torpe en la conducción de su cuerpo, se choca con los objetos, se le caen, emplea su fuerza desproporcionadamente, etc. se ha alterado su esquema corporal y, en consecuencia, su registro de distancia y equilibrio. Estaba acostumbrado a un volumen corporal y ahora es otra la dimensión con que debe manejarse.
Tener conciencia corporal, es decir, saber que somos un cuerpo y una mente y que ocupamos un lugar en el espacio social, implica tomar conciencia del lugar que ocupamos.
Y aquí me pregunto: ¿Me responsabilizo de quién soy, con quién estoy, qué hago con mid acciones y gestualiadades? ¿Me hago cargo de lo que expreso corporal y del espacio que ocupo?
Ignacio Lange