Viviendo la Contradicción
Decía Erich Fromm que las personas tenemos la sutil capacidad de vivir en una contradicción constante.
Esto hace que en ocasiones nos digamos aquello de que “si los demás son felices yo soy feliz”, o si le digo a tal persona que “me parece bien lo que hace” - aunque no sea así- lograré su aceptación y complacencia, y ello me ofrecerá bienestar.
Semejantes dualidades son destructivas, son situaciones de un elevado coste emocional donde debería primar ante todo el sentido y la razón: si algo no me gusta, me alejo, si no estoy de acuerdo lo digo, si me hace daño me protejo, si no soy feliz actúo para serlo a mi manera.
Tampoco se trata de practicar solo la auto-complacencia y de priorizarnos en cualquier terreno, momento o circunstancia sobre todo y los demás, sino, reconocernos como lo más importante de nuestras vidas, y si nosotros estamos bien, podremos estar bien con todo nuestro entorno.
El bienestar más saludable no deriva en el narcisismo, sino en esa sana convivencia donde uno entiende que para “ser” también hay que “dejar ser”.
De aquí la importancia de empezar un camino personal, de estar bien con uno mismo y abrazar la felicidad real.
¡Inténtalo!
Ignacio Lange